domingo, 2 de diciembre de 2018

Los vacíos no usan la lengua

Como cada semana, el lunes pasado nos reunimos para compartir las estrategias-técnicas-metáforas,  que hemos empleado en el espacio psicoterapéutico al abordar temáticas especificas.

En esta ocasión hablábamos de asuntos de duelos y de inmediato comenzamos a evocar muertes intempestivas y progresivas, divorcios consensuados y conflictivos, enfermedades de muerte o de condiciones crónicas, e idealizaciones que acaban por desvanecerse.

Notamos que todo duelo tiene temporalidades distintas y procedimientos por escribirse en cada encuentro, en el que esas "luchas/duelos" entre pasados y presentes, están en continuo reacomodo. 

A modo de resumen, los puntos que destacamos en nuestro ejercicio profesional al abordar asuntos de duelos  son los siguientes:
  • Re-significar la pérdida desde la singularidad: afrontarla en dosis suficientes para el consultante, partiendo de sus miradas, contextos y momentos evolutivos.
  • Reconocer vida y muerte como un continuo: no hay una sin la otra.
  • Pensar en quien se va y en los que se van quedando: incluir a todos los involucrados, protagonistas o testigos pertenecientes a entornos inmediatos, ya que la pérdida tiene fuerte impacto tanto para quien se va como para quien se queda (por ejemplo: los hijos en un proceso de divorcio de sus padres o los hermanos de un niño con cáncer).
  • Recordar que no viviremos la propia muerte: cuando venga, no lo notaremos. Nos sorprenderá, será inoportuna. Toda preocupación suele resultar ineficiente.
  • Aceptar que la muerte es intransferible: por mucho que anhelemos que nuestro ser querido se quede, la muerte no es un asunto a elegir. Simplemente es.
  • Generar encuentros significativos: ir  más allá de los modelos con sus técnicas, hacer énfasis en el vínculo terapéutico que se creará.  


Participación de: Sonia Mora, YuHing Chuey, Fabiola Arellano.
Transcripción por: Fabiola Arellano
2017

martes, 25 de septiembre de 2018

Primer conversatorio. Masculinidades y violencia de Género.



Primer conversatorio. Masculinidades y violencia de Género


La perspectiva de género en la Terapia Sistémica y Posmoderna.


Mi primer acercamiento al enfoque de género en la psicoterapia fue cuando conocí a Lourdes Fernández, quien fue amiga, maestra y compañera. Ella nos preguntaba qué implicaba sabernos mujeres y sabernos hombres. Cuestionaba cómo a partir de nuestras identidades, le damos distintos enfoques a las vivencias. Lourdes abría un panorama que parecía no ser importante. Si soy hombre qué respuestas considero que debiera tener, si nací mujer qué supongo que tendría que ocurrir en mi futuro.

Mientras que de ella aprendí interesantes modos de intervención que sigo empleando en terapia de pareja, de mi madre aprendí a ser rezongona y de mi padre a ser amante de los hippies. Aunque a los 3 agradezco mucho por sus enseñanzas, lucho por “ir más allá” reconociendo lo peligroso de heredar de forma rígida cualquier ideología.

Lo mismo he hecho con el enfoque sistémico y el enfoque posmoderno: aprender de ellos para luego abandonarlos, criticarlos y eventualmente volver a admirarlos.

De forma muy resumida, les cuento que el enfoque sistémico me ha enseñado a conocer a los sistemas sociales desde sus dinámicas o patrones de interacción. Esta mirada me ha enseñado que los roles que asumimos al interior de nuestras familias, se conectan con las expectativas que se tienen de nosotros y las identidades que construimos.

En terapia suelo explorar que identidades se quieren mantener y cuales se prefieren transformar, reconociendo los efectos en la particularidad de cada dinámica familiar. Por supuesto que no se trata de llegar a decirles a las familias lo que deben hacer, sino que se trata de formular cuestionamientos lo suficientemente respetuosos y creativos para lograr reflexiones y acciones. Los psicoterapeutas podemos acompañar a las familias y a las parejas, con múltiples cuestionamientos, pero de ningún modo, podemos decidir por ellos lo que eligen vivir.

El enfoque posmoderno, PRINCIPALMENTE desde la terapia narrativa y los equipos reflexivos me ha recordado que somos los autores de nuestras historias, con sus discursos dominantes y alternativos. Desde esta epistemología se piensa a la vida como texto que se puede re escribir para generar discursos menos opresivos y se promueve la generación de nuevas narrativas más acordes a las preferencias de cada persona.

Aunque en las teorías he encontrado ideas muy interesantes, reconozco que debo cuestionarlas en cada encuentro cotidiano para no volverme ciega e insensible. a pesar que me duela reconocer que a pesar de los esfuerzos, en ocasiones sigo reproduciendo hegemonías, prefiero ese malestar que me ayuda a mirar antes que darme una palmada en la espalda para decirme: TODO VA A ESTAR BIEN.

Por supuesto que es duro confrontarnos con nuestras propias realidades. ¿CÓMO seguir atreviéndonos A CONFESAR QUE A PESAR DE LAS LECTURAS DE ÉTICA, DE ENFOQUE DE GÉNERO, DE CRÍTICA SOCIAL, DE REFLEXIÓN EN LA ACCIÓN, DE PSICOTERAPIA, AUN APARECEN OCASIONES EN LAS QUE SI NO PONEMOS SUFICIENTE ATENCIÓN PODRÍAMOS DARLE MÁS ESPACIOS DE EXPRESIÓN A LOS HOMBRES QUE A LAS MUJERES EN TERAPIA DE PAREJA? ¿CÓMO QUITARNOS LA APARIENCIA DE PSICOTERAPEUTAS EJEMPLARES PARA RECONOCER QUE EXISTEN MOMENTOS EN LOS QUE NOS RESULTA DIFICIL COMPRENDER críticamente algunas CONSTRUCCIONES IDEOLÓGICAS?

¿Cómo afirmar con nuestras acciones que GÉNERO NO TENDRÍA QUE SER DESTINO?

Las mujeres no debieran asumir que deben ser censuradas, contenidas, reducidas, disciplinadas. Los hombres no debieran luchar por mantener el control, el dominio, tener siempre la última palabra y negar sus sueños y anhelos. Las mujeres podemos no ser madres, no sacrificarnos ni ser susceptibles. Los hombres pueden no ser fuertes, racionales ni eficaces. Mujeres y hombres podemos ser algo más de lo que se nos ha dicho. La asignación de tareas, roles y significados atribuidos a lo masculino o femenino, de lo que es ser hombre o ser mujer sigue siendo una construcción social asumida como mandato.

Recuerdo a un hombre que me dijo: ¿Por qué tendría que hacerlo diferente si al ser el fuerte de mi familia, ayudo a que ninguno se caiga? y en otra ocasión Una mujer dijo: ¿estoy en lo correcto al dejar a mis hijos en la guardería para ir a trabajar?

Yo ahora les pregunto: si hemos conocido tantas consecuencias negativas luego de mantener una asimetría rígida en la distribución del poder, ¿cómo es que continuamos “aferrándonos” a la historia conocida? seguramente ya nuestros abuelos nos aconsejaban que MÁS VALE MALO POR CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER.

Recordemos que se corre el riesgo de reproducir al interior de los consultorios los órdenes sociales predominantes de la cultura a la que pertenecemos y que por supuesto nos pertenece de forma más activa de lo que pareciéramos apreciar. Por ejemplo: podríamos asumir que es “correcto” que un hombre brinde soporte a su pareja y que una mujer se deje guiar por éste, promoviendo tal idea a través de los cuestionamientos, intervenciones y sugerencias que formulamos en nuestro trabajo.

CONSIDERO QUE DECIR NI TANTO QUE QUEME AL SANTO NI TANTO QUE NO LO ALUMBRE, es una guía pertinente para ser más flexibles en los roles que podríamos asumir como correctos. Otra forma de decirlo sería la siguiente: LAS IDEAS RECHAZADAS SON UN PROBLEMA, PERO LAS IDEAS DEMASIADO ACEPTADAS TAMBIÉN lo SON ya que se pueden trasformar en una nueva hegemonía.

Sigo creyendo que la psicoterapia es un espacio legítimo de crítica social, en el que tenemos oportunidad de redefinir las realidades.
Continúo afirmando que al distanciarnos de los guiones de vida podemos encontrar relaciones más satisfactorias.
Juguemos con las definiciones que hacemos de las cosas, no vaya a ser que terminemos atrapados en nuevas hegemonías.
Trabajemos en los momentos singulares, esos que escapan tanto a las interpretaciones que hacemos como a los modelos teóricos a los que decimos estar adscritos.
Nutramos nuestros conocimientos de diversas fuentes de aprendizaje.
Vayamos más allá de los protocolos que hemos aprendido.
Cuestionemos la vida y las identidades CON SUS IDEAS, EMOCIONES y COMPORTAMIENTOS.
Arriesguémonos a continuar entrando en las vidas de aquellos que nos preguntan cómo dejar de experimentar tanto sufrimiento.

Cito a Marcelo Pakman: “no creo que haya un enfoque privilegiado…creo que la práctica crítica es muy importante. Tiene que ser una práctica abierta a observar y reflexionar sobre cómo las fuerzas sociales nos constituyen como cierto tipo de sujetos, constituyen el género, las expectativas de los roles, pero también tiene que ser crítica de las mismas sujeciones que provienen de la institucionalización de formas constituidas del pensar el tema”.

Los invito a que independientemente del enfoque teórico al que crean pertenecer, contemplen en toda intervención e incluso previo a la intervención: en toda escucha, el reconocimiento de factores que tanto a consultantes como a nosotros psicoterapeutas nos influyen de formas importantes.

Y POR ÚLTIMO...Agrego un texto al que TITULO PRIMER MOMENTO: permeado de prácticas cotidianas repetitivas, vidas que transcurren entre el orgullo de algunos padres y madres al ver a sus hijos crecer, estudiar, casarse y hacerlos abuelos; la decepción de otros porque los hijos se interesan por conocer lo que hizo Luis Nishizawa en lugar de tomarse en serio a las súper chivas; las motivaciones hedonistas de unos cuantos al buscar que los hijos hagan la vida que ellos no pudieron hacer; los intentos de la mayoría por regalarles sus experiencias a la nuevas generaciones evitándoles sufrimientos.  

Ahora pensemos en escribir un segundo momento. O mejor dicho, seamos conscientes que escribimos ese segundo momento mientras caminamos por el metro, amamos bajo las sábanas, sonreímos en los mercados, hablamos en los consultorios.

¿Cómo escribir la comunidad queremos crear?
¿Cómo hacer realidad esos sueños que no terminan de nacer?   


Ponencia presentada el 23 de agosto de 2018, en la Unidad de Seminarios de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México, como parte de la mesa de trabajo: la perspectiva de género en la Terapia Sistémica y Posmoderna.



jueves, 23 de agosto de 2018

Reflexiones en torno al incesto, retomando la experiencia clínica derivada de trabajos con familias

Pensaba en dos formas de iniciar esta ponencia.

La primera implicaba hablar de lo complicado que resulta apoyar las afirmaciones que pregonan que es la familia en la que se encuentran los vínculos más amorosos y seguros, cuando es precisamente en ella en la que solemos hallar situaciones más cercanas a las violencias que a tales amores.

La segunda, radicaba en declarar desde la mayor transparencia posible lo que pienso del incesto y de aquellas experiencias clínicas que he vivido al estar en contacto con aquellos que buscan escapar de las violencias, intentando perdonar para olvidar, o bien, planeando venganzas equiparables al daño cometido.  He de decir que ambas formas suelen ser ineficaces.


Elijo la segunda forma e inicio así.

No soy nadie para decir que una mujer no deba enamorarse de su primo o que un hombre tenga prohibido planear compartir la vida con su hermana.

Me declaro incapaz de colaborar con tales discursos que excluyen y condenan, olvidando toda singularidad de la experiencia y dictaminando qué es lo correcto tanto en lo público como en la intimidad que carga con la ilusión de privacidad. En cambio, me interesan aquellos sitios en los que ocurren situaciones que escapan a los márgenes. 


Foucault diría: “no vivimos en un espacio neutro y blanco. No vivimos, no morimos, no amamos dentro del rectángulo de una hoja de papel. Vivimos, morimos y amamos en un espacio cuadriculado, recortado, abigarrado, con zonas claras y zonas sombrías, con diferencias de nivel, con peldaños, huecos, relieves y regiones duras y otras desmenuzables, penetrables, porosas”.

Aunque el título de mi ponencia podría sugerir que el incesto es un fenómeno sin matices, aquí me centraré en aquellas situaciones que mantienen un fuerte vínculo con las violencias.



I

En una ocasión conocí a una mujer de 40 años a la que en mis recuerdos he decidido llamarle Fernanda, aprovechando la oportunidad que no muchos tenemos de rebautizar a las personas que alguna vez conocimos en la práctica clínica, como mecanismo eficaz que busca respetar la confidencialidad.

Fernanda llegó al consultorio queriendo dejar atrás el abuso sexual que vivió durante 2 años, tiempo en que su padre fue poco a poco invadiendo sus espacios individuales, abriendo la puerta de la recámara a escondidas, besando su mejilla de formas “extrañas”, tocando sus piernas, entrando a su cama tapándole la boca para que no gritara, diciéndole que la amaba pero que nadie podría saberlo.

Fernanda decidió llegar al consultorio para abandonar la sensación de estar desahuciada, y desanudar la confusión que nacía entre la idea de ser autosuficiente y necesitar apoyo.

De a poco Fernanda aprendió a mirar el recuerdo, sin tanto miedo. Quien había sido, como ella decía: “el fantasma más gigante", terminó siendo un recuerdo que no dolía tanto. 

Un día nos despedimos sabiendo que continuar con la vida, más allá de tales secuelas era posible. Fernanda cerró su proceso terapéutico con el anhelo de tener una pareja, viajar y seguir soñando.



II

Poco tiempo después conocí a Mara de 25 años, a quien le dolía más el proceso de seducción y tocamientos de su hermano, quien la obligó a tener relaciones sexuales. En aquel entonces, ella tenía 12 años y su hermano 25.
Llegada la octava sesión, invitamos a su abuela para abrir el tema.
Aquella abuela lloró al admitir que sentía mucha culpa por lo ocurrido.
Buscábamos dar un paso más para resolver el pasado, que contrario a lo que podríamos pensar, también puede modificarse.
El odio que Mara había sentido hacia su abuela, se resolvió luego de varios encuentros.
Mara y su abuela se dieron cuenta que compartían las secuelas del abuso.
La búsqueda psicoterapéutica, implicó que Mara dejara de ejercer violencia sobre sí misma y de permitirse amar de nuevo. Vi como las secuelas se desvanecieron.
Hoy que les hablo de Mara y Fernanda, siento como si volviera a ocurrir aquella sensación de querer borrar el pasado. De anhelar que tales violencias no sucedieran. Algo resonaba de Mara y Fernanda en mi propia vida.

I y II
Algunas cifras nos indican que el incesto ocurre en una edad promedio de  11 años, ocurriendo el primer contacto entre los 6 y los 9 años y el último entre los 14 y los 16.
Las víctimas suelen no hablar abiertamente del incesto ya que experimentan vergüenza y culpa que las lleva al aislamiento. Los agresores suelen no ser sensibles por el daño causado y reaccionan minimizando su responsabilidad. Los testigos, suelen experimentar negación, culpa y deseos de venganza o de protección.
Al hablar de incesto, aparece una marca que suele silenciarse, se trate de testigos o protagonistas.
La respuesta social, a menudo invita a las víctimas a encontrar resignación,  experimentar indefensión y asumir la responsabilidad completa por no impedir de modo efectivo el incesto, “si no quería porqué se dejó”.
Esa misma respuesta social es la que desahucia a que los que ejercen violencia. Escuchamos que “sólo un animal se atrevería a violar a su hija”.
¿Qué ocurre con las madres? Se les juzga como responsables por no impedir el incesto: “¿dónde estaba esa mamá? Seguramente no quiere a su hija lo suficiente como para permitir tales atrocidades”.
Distanciándonos de las respuestas sociales, debemos reconocer que tanto los protagonistas como los testigos, tenemos distintos niveles de responsabilidad. Los emisores de violencia serán responsables por ejercerla, las víctimas por el cuidado de sí mismas y los testigos por las redes de protección.
Al abordar el incesto se sugiere reconocer las complejidades éticas, socioculturales, psicológicas, biológicas y legales. Debemos pensar a los protagonistas y testigos desde sus contextos, temporalidades y hegemonías.
En algunos casos trabajaremos en la búsqueda por “reparar el daño”,  en otros en los intentos por generar vidas distintas, abandonando las ideas anteriores que promovían relaciones desde las violencias.

CIERRE 
Ahora bien, podríamos intentar preguntarnos ¿cómo impedir que aparezcan las secuelas por lo vivido? Y de inmediato corregir tal pregunta, diciendo: ¿cómo impedir que las secuelas por lo vivido determinen el futuro?
En este ejercicio que pretende formular cuestionamientos que serán respondidos desde nuevas interrogantes, que en su momento los protagonistas reflexionarán, podemos continuar preguntándonos: ¿cómo afrontar la concepción estereotipada del género  que sigue considerando a lo femenino-indefenso y a lo masculino-dominante? ¿Será posible traicionar las ideas que promueven la seducción delos cuerpos que por ser familiares podrían considerarse propios? ¿Cuáles serán los caminos terapéuticos que nos lleven a trascender la “marca” que deja el incesto? ¿Qué implicará reconocer que en las familias no ocurre algo distinto a lo que sucede en la vida social?   
Esta es una invitación a continuar haciendo preguntas y buscar respuestas en cada encuentro psicoterapéutico.  Es una invitación a hacer de la psicoterapia un sitio que nos lleve a mirar desde esos otros ojos, en los que nos reflejaremos desde las dudas, los miedos y las intenciones por crear condiciones para que la violencia no prospere ni se arraigue. 

Antes de cerrar con mi participación, quisiera mencionar algunos aspectos prácticos en el abordaje del incesto: 


  • Se sugiere mantener una absoluta credibilidad hacia el relato de las víctimas. 
  • Reconocer que los agresores tienen responsabilidades que no siempre visualizan. 
  • No indagar en el evento, en cambio centrarnos en los efectos que éste ha propiciado. 
  • Se sugiere aprender a lidiar con casos clínicos en los que el sufrimiento pierde las palabras precisas para describirlo.
  • Conocer los límites de la labor psicoterapéutica.
  • Reconocer que el abuso sexual es un delito.
  • Ser testigos incondicionales pero no indulgentes.
  • Ser nutrientes pero no sobreprotectores.
  • Ser directivos pero sin coerción.



Me resta decirles que continuemos trabajando, mirando…aunque nos de miedo o coraje, continuemos mirando…aquellos protagonistas no son dan distintos a nosotros.




Ponencia presentada en el 1er. Coloquio de la Residencia en Terapia Familiar Sistémica: "Terapia para tiempos de crisis social; oportunidades y desafíos", en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM, México el 3 de octubre de 2017.




Manual Ninja de Autodefensa Personal (fragmento) Imperdible Editorial. 2020. Cheve

El fragmento que les comparto, me retumbó. Lo encontré en el Manual Ninja de Autodefensa Emocional de Cheve, un proyecto que conocí gracias ...