Mi primer acercamiento al enfoque de género en la psicoterapia fue
cuando conocí a Lourdes Fernández, quien fue amiga, maestra y compañera. Ella
nos preguntaba qué implicaba sabernos mujeres y sabernos hombres. Cuestionaba
cómo a partir de nuestras identidades, le damos distintos enfoques a las
vivencias. Lourdes abría un panorama que parecía no ser importante. Si soy
hombre qué respuestas considero que debiera tener, si nací mujer qué supongo
que tendría que ocurrir en mi futuro.
Mientras que de ella aprendí interesantes modos de intervención que
sigo empleando en terapia de pareja, de mi madre aprendí a ser rezongona y de
mi padre a ser amante de los hippies. Aunque a los 3 agradezco mucho por sus
enseñanzas, lucho por “ir más allá” reconociendo lo peligroso de heredar de
forma rígida cualquier ideología.
Lo mismo he hecho con el enfoque sistémico y el enfoque posmoderno:
aprender de ellos para luego abandonarlos, criticarlos y eventualmente volver a
admirarlos.
De forma muy resumida, les cuento que el enfoque sistémico me ha
enseñado a conocer a los sistemas sociales desde sus dinámicas o patrones de
interacción. Esta mirada me ha enseñado que los roles que asumimos al interior
de nuestras familias, se conectan con las expectativas que se tienen de
nosotros y las identidades que construimos.
En terapia suelo explorar que identidades se quieren mantener y cuales
se prefieren transformar, reconociendo los efectos en la particularidad de cada
dinámica familiar. Por supuesto que no se trata de llegar a decirles a las
familias lo que deben hacer, sino que se trata de formular cuestionamientos lo
suficientemente respetuosos y creativos para lograr reflexiones y acciones. Los
psicoterapeutas podemos acompañar a las familias y a las parejas, con múltiples
cuestionamientos, pero de ningún modo, podemos decidir por ellos lo que eligen
vivir.
El enfoque posmoderno, PRINCIPALMENTE desde la terapia narrativa y
los equipos reflexivos me ha recordado que somos los autores de nuestras
historias, con sus discursos dominantes y alternativos. Desde esta
epistemología se piensa a la vida como texto que se puede re escribir para
generar discursos menos opresivos y se promueve la generación de nuevas
narrativas más acordes a las preferencias de cada persona.
Aunque en las teorías he encontrado ideas muy interesantes, reconozco
que debo cuestionarlas en cada encuentro cotidiano para no volverme ciega
e insensible. a pesar que me duela reconocer que a pesar de los esfuerzos,
en ocasiones sigo reproduciendo hegemonías, prefiero ese malestar que me ayuda
a mirar antes que darme una palmada en la espalda para decirme: TODO VA A ESTAR
BIEN.
Por supuesto que es duro confrontarnos con nuestras propias realidades.
¿CÓMO seguir atreviéndonos A CONFESAR QUE A PESAR DE LAS LECTURAS DE ÉTICA, DE
ENFOQUE DE GÉNERO, DE CRÍTICA SOCIAL, DE REFLEXIÓN EN LA ACCIÓN, DE
PSICOTERAPIA, AUN APARECEN OCASIONES EN LAS QUE SI NO PONEMOS SUFICIENTE
ATENCIÓN PODRÍAMOS DARLE MÁS ESPACIOS DE EXPRESIÓN A LOS HOMBRES QUE A LAS
MUJERES EN TERAPIA DE PAREJA? ¿CÓMO QUITARNOS LA APARIENCIA DE PSICOTERAPEUTAS
EJEMPLARES PARA RECONOCER QUE EXISTEN MOMENTOS EN LOS QUE NOS RESULTA DIFICIL
COMPRENDER críticamente algunas CONSTRUCCIONES IDEOLÓGICAS?
¿Cómo afirmar con nuestras acciones que GÉNERO NO TENDRÍA QUE SER
DESTINO?
Las mujeres no debieran asumir que deben ser censuradas, contenidas,
reducidas, disciplinadas. Los hombres no debieran luchar por mantener el
control, el dominio, tener siempre la última palabra y negar sus sueños y
anhelos. Las mujeres podemos no ser madres, no sacrificarnos ni ser
susceptibles. Los hombres pueden no ser fuertes, racionales ni eficaces.
Mujeres y hombres podemos ser algo más de lo que se nos ha dicho. La asignación
de tareas, roles y significados atribuidos a lo masculino o femenino, de lo que
es ser hombre o ser mujer sigue siendo una construcción social asumida como
mandato.
Recuerdo a un hombre que me dijo: ¿Por qué tendría que hacerlo
diferente si al ser el fuerte de mi familia, ayudo a que ninguno se caiga? y en
otra ocasión Una mujer dijo: ¿estoy en lo correcto al dejar a mis hijos en la
guardería para ir a trabajar?
Yo ahora les pregunto: si hemos conocido tantas consecuencias negativas
luego de mantener una asimetría rígida en la distribución del poder, ¿cómo es
que continuamos “aferrándonos” a la historia conocida? seguramente ya nuestros
abuelos nos aconsejaban que MÁS VALE MALO POR CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER.
Recordemos que se corre el riesgo de reproducir al interior de los
consultorios los órdenes sociales predominantes de la cultura a la que
pertenecemos y que por supuesto nos pertenece de forma más activa de lo que
pareciéramos apreciar. Por ejemplo: podríamos asumir que es “correcto” que un
hombre brinde soporte a su pareja y que una mujer se deje guiar por éste,
promoviendo tal idea a través de los cuestionamientos, intervenciones y
sugerencias que formulamos en nuestro trabajo.
CONSIDERO QUE DECIR NI TANTO QUE QUEME AL SANTO NI TANTO QUE NO LO
ALUMBRE, es una guía pertinente para ser más flexibles en los roles que
podríamos asumir como correctos. Otra forma de decirlo sería la siguiente: LAS
IDEAS RECHAZADAS SON UN PROBLEMA, PERO LAS IDEAS DEMASIADO ACEPTADAS TAMBIÉN lo
SON ya que se pueden trasformar en una nueva hegemonía.
Sigo creyendo que la psicoterapia es un espacio legítimo de crítica
social, en el que tenemos oportunidad de redefinir las realidades.
Continúo afirmando que al distanciarnos de los guiones de vida podemos
encontrar relaciones más satisfactorias.
Juguemos con las definiciones que hacemos de las cosas, no vaya a ser
que terminemos atrapados en nuevas hegemonías.
Trabajemos en los momentos singulares, esos que escapan tanto a las
interpretaciones que hacemos como a los modelos teóricos a los que decimos
estar adscritos.
Nutramos nuestros conocimientos de diversas fuentes de aprendizaje.
Vayamos más allá de los protocolos que hemos aprendido.
Cuestionemos la vida y las identidades CON SUS IDEAS, EMOCIONES y COMPORTAMIENTOS.
Arriesguémonos a continuar entrando en las vidas de aquellos que nos
preguntan cómo dejar de experimentar tanto sufrimiento.
Cito a Marcelo Pakman: “no creo que haya un
enfoque privilegiado…creo que la práctica crítica es muy importante. Tiene que
ser una práctica abierta a observar y reflexionar sobre cómo las fuerzas
sociales nos constituyen como cierto tipo de sujetos, constituyen el género,
las expectativas de los roles, pero también tiene que ser crítica de las mismas
sujeciones que provienen de la institucionalización de formas constituidas del
pensar el tema”.
Los invito a que independientemente del enfoque teórico al que crean
pertenecer, contemplen en toda intervención e incluso previo a la intervención:
en toda escucha, el reconocimiento de factores que tanto a consultantes como a
nosotros psicoterapeutas nos influyen de formas importantes.
Y POR ÚLTIMO...Agrego un texto al que TITULO PRIMER MOMENTO: permeado
de prácticas cotidianas repetitivas, vidas que transcurren entre el orgullo de
algunos padres y madres al ver a sus hijos crecer, estudiar, casarse y hacerlos
abuelos; la decepción de otros porque los hijos se interesan por conocer
lo que hizo Luis Nishizawa en lugar de tomarse en serio a las súper chivas; las
motivaciones hedonistas de unos cuantos al buscar que los hijos hagan la vida
que ellos no pudieron hacer; los intentos de la mayoría por regalarles sus
experiencias a la nuevas generaciones evitándoles sufrimientos.
Ahora pensemos en escribir un segundo momento. O mejor dicho, seamos conscientes
que escribimos ese segundo momento mientras caminamos por el metro, amamos bajo
las sábanas, sonreímos en los mercados, hablamos en los consultorios.
¿Cómo escribir la comunidad queremos crear?
¿Cómo hacer realidad esos sueños que no terminan de nacer?
Ponencia presentada el 23 de agosto de 2018, en la Unidad de Seminarios
de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional
Autónoma de México, como parte de la mesa de trabajo: la perspectiva de género
en la Terapia Sistémica y Posmoderna.