miércoles, 3 de abril de 2019

¿El silencio o la denuncia? Reflexiones en torno al abuso sexual en la familia.

CASO 1. EL SILENCIO DE LARA
Tengo 70 años y sigo sintiéndome culpable porque mi cuerpo respondía cuando el novio de mi madre me tocaba las piernas. Tenía 10 años y no fui capaz de detenerlo cuando me acariciaba. Me  da mucha vergüenza admitirlo porque siento que van a pensar que soy una persona sucia que no debería mencionar nada de esto, pero he pasado 60 años de mi vida triste, enojada, sin entender por qué mi cuerpo se ponía tenso cuando mi padrastro me abrazaba. Sentía que me ahogaba pero también había algo que me gustaba. Era como sentirme querida de verdad pero incomoda. Pensé que algo en mi estaba mal y que debía esforzarme por demostrarle cariño. Nadie me dijo que no debía permitir que pasara. Sospechaba que algo andaba mal pero pensaba que era yo la estaba cometiendo un error al interpretar de forma sucia lo que mi padrastro hacía. Hace poco me enojé tanto conmigo misma porque pensé que mi padrastro inició todo lo malo de mi vida. Por su culpa perdí la confianza en la familia y perdí las ganas de vivir. Qué pena que le haya dado tanto poder a un hombre que me lastimó. ¿Cómo es que él ha llegado a tener tanto poder sobre mí? Me sigo sintiendo sucia. Fui una bruta. ¿Cómo permití que mi padrastro me tocara? No grité más fuerte para que no me tocara. Tenía miedo. ¿Y si mi mamá no me creía? Ruego para que Dios me perdone. Sé que me queda poco tiempo. Estoy enojada por no haberme defendido, no entendía lo que pasaba. Nadie de mi familia sabe. Me voy a llevar este secreto a la tumba. Decidí callarme para no hacerle daño a nadie. Ojalá pudiera reclamarle a mi padrastro para demostrarle que ahora si puedo defenderme pero ya está muerto.

El silencio de Lara la ha llevado al aislamiento. La vergüenza y el temor, se convirtieron en una especie de pacto de silencio con el agresor, lo que lleva a más vulnerabilidad, más predisposición y menos oportunidades de emplear la denuncia sea ante las instancias legales correspondientes o frente a la familia, amigos, entorno inmediato. Me he preguntado varias veces ¿qué vida tendría Lara si no hubiese quedado en silencio? ¿Qué vida tendría Lara si su contexto hubiese sido más favorecedor? Ha sido la consultante de más edad que he conocido. Me sorprende que sigue intentando tener una vida distinta a pesar de los periodos en los que le resulta muy difícil bañarse, caminar, comer, levantarse de la cama…ella dice que es por tanta tristeza. El día que rompió por primera vez el secreto, estábamos en el consultorio y me dijo: “psicóloga: no me quiero matar por culpa de mi padrastro. Quiero vivir aunque a veces piense en la muerte. Quiero tener una buena vida”.


CASO 2. LA DENUNCIA DE ESTELA
Soy Estela. Tengo 29 años. Llevo dos años en terapia. No me gusta hablar de mi tío. Me es muy difícil decir lo que ha pasado. Desde los 7 años comenzó…es el hermano de mi papá. A veces parecía que jugábamos pero pasaban cosas que no entendía. Durante la secundaria él iba por mí al escuela. No había nadie en casa. Mi tío aprovechaba. Él tiene esposa y dos hijos y la familia lo quiere mucho y lo respeta. Hace algunas semanas les dije a mis papás lo que me hace mi tío. Mi mamá enmudeció y sigue molesta conmigo y mi papá me dijo que soy una provocadora y mentirosa. No me cree.  Me tardé en decirles porque no quería destruir a mi familia ni destrozar a mi papá. Pero tuve que decir porque una prima tiene una hija de 5 meses viviendo en la misma casa. No quiero que le pase nada a mi sobrina. Hace una semana mi mamá me dijo que cuando era una niña me llevó a una clínica para hacerme pruebas psicológicas y la psicóloga en ese momento le dijo que había evidencia de abuso sexual. Desde ese momento mi mamá lo sabía y no dijo nada. Me decepciona saber que estoy sola en esto. No me sorprende de mi papá porque es machista, pero de mi mamá no me lo esperaba. Hace como 1 año me violaron en la calle. Parecía que un hombre me iba a asaltar pero me jaló debajo de un puente. Afortunadamente lo agarró una persona que pasaba por ahí. Lo denuncié y aunque el juicio duró bastantes meses, ya está en prisión, pero mi tío sigue en casa y yo sigo muy nerviosa porque no quiero quedarme sola con él. Cada que nos quedamos solos vuelve a pasar. No puedo mudarme porque no tengo dinero suficiente. Quizás piensen que me saboteo pero de verdad no puedo. También tengo muchos problemas de salud. No sé si sea relevante mencionar esto pero no uso crema corporal porque mi tío suele dejar su semen en mi piel. Prefiero vivir con la piel reseca.

La denuncia de Estela fue hacia aquel hombre desconocido que la violó en la calle, pero no hacia su tío quien la ha violado por 22 años. Recordemos que los efectos del abuso sexual suelen ser desgarradores. Cuando existe el uso del cuerpo al antojo del agresor, puede ser trastocada hasta la propia identidad. Confío en que está avanzando aunque en ocasiones siga existiendo el abuso. Decido confiar en Estela. 

CASO 3. LA DENUNCIA DE LUISA
Tengo 40 años y hace 2 años mi esposo tocó a nuestra hija quien tiene 9 años. En cuanto Luisa me dijo, la llevé a denunciar. En la delegación nos hicieron muchas preguntas. Llegó un momento en que ya no quería hablar del tema ni pensar en los detalles pero sabía que tenía que contestar. El coraje me ayudó a soportar la situación. Todo el tiempo supe que tenía que responder con seguridad para que Luisa se sintiera protegida. No le mostré lo mal que me sentía por haber elegido precisamente a ese hombre como su padre. Pienso que estuvo bien la forma en la que lo manejamos cuando recién ocurrió. El problema vino 1 año después. Por eso tuve que ir a terapia. ¿Por qué me sentía cansada de tener que mentir cuando en la familia me preguntaban por el papá de Luisa? Tiene mucho trabajo, está de viaje, fue a visitar a su familiar que vive en el extranjero. Era buena cualquier respuesta. No quería que nadie sospechara. Entonces ¿qué estaba haciendo mal? Cada que lo “cubría”, me sentía peor. Luego entendí que lo que me hacía daño era creer que ante la familia tenía que guardar SILENCIO. Cada que mentía era como si me traicionara. Hasta llegué a sentir que era mi culpa lo que pasó entre Luisa y su papá. No me arrepiento de haber denunciado ya que así quedó claro que ni mi hija ni yo vamos a tolerar el abuso sexual. De lo que si me arrepiento es de haberme tardado tanto (fueron casi dos años) en haber denunciado a mi esposo pero socialmente. No pensaba que decirlo a mi familia servía más que la denuncia ante las autoridades. Si tuviera que aconsejar a alguien que está pasando por algo similar a lo que vivimos en mi familia le diría: no cubras al responsable, dilo sin sentir vergüenza. Cuando lo elegiste como pareja no sabías que haría lo que hizo. De ser así jamás habrías tenido una hija con él. No tendrías porqué vivirlo sola. Elige a las personas que te quieren para que te acompañen en lo que estás viviendo. El silencio duele. Ya de por sí es difícil lidiar con la tristeza, no te quedes con la responsabilidad ajena. 

La denuncia social de Luisa fue una pieza clave para interrumpir de inmediato el abuso. La plática que Luisa tuvo con su mamá a tan solo unas horas después de ocurrido el abuso. Otra pieza clave fue la respuesta de la mamá de Luisa. ¿Cómo es que ella responde con tanta seguridad a la demanda de apoyo que le solicita su hija? Luisa tiene claro que no se tolera ningún tipo de abuso. Quizás sea porque lo aprendió de su abuela, quien fue víctima de abuso sexual y le repitió muchas veces que ella si se salvara. 

Ojala las historias como las de  LARA, ESTELA Y LUISA no fuesen tan comunes. ¿Qué nos está pasando que somos un país con tantas agresiones sexuales? 
Según la Organización para la cooperación y desarrollo económicos, México ocupa el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual, violencia física y homicidio de menores de 14 años. Si las instancias correspondientes generaran mayor confianza ¿de cuántas denuncias estaríamos hablando?
Si las familias no “resguardaran” ningún secreto de abuso sexual ¿cuánto aumentarían las cifras? 

Antes creía que las familias debían ser refugios, zonas seguras. No me había dado cuenta que las interacciones al interior de las familias son las mismas que las interacciones al exterior. 

En casos de abuso sexual sugiero comprender las realidades familiares, incluyendo generaciones anteriores; ir en contra de cualquier posibilidad de instalación de alguna dinámica “silenciosa” en la familia como pasa en los casos de abuso sexual; ante la 
Jamás convertirnos en testigos silenciosos. 
Como terapeutas familiares acompañemos sin presionar y sin guardar silencio. 

Regresando a la pregunta inicial ¿el silencio o la denuncia? Aunque el silencio dota de una sensación de seguridad y protección, conlleva una carga si se queda demasiado tiempo y aísla. Aunque la denuncia tanto social como legal implica un riesgo y un desgaste ¿tendrá resultados que nos beneficiarán a mediano o largo plazo? 

¿Vale la pena correr el riesgo?

¿Será que al único que le debemos tener miedo es al silencio prolongado que genera complicidad, confusión, aislamiento y olvido? 


Ponencia presentada en el 2° Coloquio de la Residencia en Terapia Familiar. Intervenciones Útiles. 1 de abril de 2019. Aula Magna. FES Iztacala. UNAM. 


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